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Aumentan ambulantes en Mesa Redonda por fiestas navideñas

A menos de un mes para la celebración de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, centenares de ambulantes han ocupado distintas calles de la zona comercial conocida como Mesa Redonda, en el Cercado de Lima.

Se trata de vendedores, en su mayoría mujeres, que llegan desde distintos distritos de la capital y ofrecen, caminando –sin un puesto fijo ni horario determinado–, sus productos, especialmente en los jirones Andahuaylas, Mesa Redonda, Paruro y Cusco.

En este lugar, que ardió en llamas en diciembre del 2001 a raíz del encendido de un artefacto pirotécnico, se observa que cada día aumenta la presencia de gente que busca adornos navideños a bajo costo, variedad de juguetes, accesorios para vestir o menaje para una buena cena navideña.

Las calles que enmarcan el emporio comercial Mesa Redonda los acoge en movimiento, porque ellos "venden andando", dice doña Celia (58), vendedora ambulante de carteras desde que se incendiara el campo ferial Polvos Azules, en 1993. En ese entonces, ella vendía pantalones, blusas, casacas... y todo lo perdió en ese siniestro.

Y para colmo también su dinero, porque lo guardaba allí. "Nunca más me recuperé", recuerda. Veinte años después del suceso, doña Celia no se ha quedado con las manos cruzadas. Hace años quiere formalizarse, tener su módulo. Lo malo, dice, es que hay muchas trabas, mucho papeleo. Y sale con paso apurado de la calle Andahuaylas –donde ofrece modernas carteritas rosadas para adolescentes–, pues los agentes municipales se acercan para desalojarla de la zona.

Sin embargo, el número de los efectivos municipales se ve reducido frente a la cantidad de ambulantes que hacen negocio por Navidad. En los jirones Mesa Redonda y Cusco se concentran también vendedores que además se confunden con los estibadores, hombres de todas las edades que trasladan bultos llenos de juguetes hacia las galerías Mina de Oro, Mesa Redonda y Jesús El Nazareno, por citar algunas.

Su voces gruesas, que gritan a todo pulmón: "permiso, permiso" o "cuidado, aquí pasa un cargador", son parte de un coro desafinado en el que además participan quienes ofrecen arbolitos de Navidad, estrellitas "para que alumbren la noche de Pascua", cebichito a un sol, secadoras de pelo, ensalada de frutas, niños Manuelitos o bolsas de todos los tamaños para llevar "sus regalos".

"Son competidores que perjudican nuestro negocio", dice una señora de la galería Mina de Oro, donde abundan los juguetes; mientras recuerda que la causa de las 300 víctimas del siniestro de Mesa Redonda, aquel 29 de diciembre del 2001, fue la gran cantidad de ambulantes que esa noche obstruyeron las calles impidiendo el escape.

Pero en esta feria de vendedores y personajes, llama la atención la presencia de mendigos y trabajadores precarios de la calle, todos ellos víctimas de alguna discapacidad.

Un agente municipal cuenta que ya detectaron a un individuo que, al parecer, trae a algunos de ellos del interior del país. "Como al huaracino que le faltan las extremidades superiores e inferiores y vende unos juguetitos de plástico", comenta discretamente. Se ubica a un extremo de la pista a mitad del camino del jirón Cusco, cerca a la avenida Abancay.

Por allí también se encuentran cantantes invidentes de guarachas o boleros que interpretan, apesadumbrados, una que otra canción para conmover los corazones materialistas o devotos de la "virgen del puño".

La Municipalidad de Lima ya ha anunciado que reforzará las medidas de seguridad en la zona, como también el control del comercio ilegal de pirotécnicos. Por eso, si quiere ir a Mesa Redonda no espere los últimos días para hacerlo.

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