Alejandra Cedra exitosa empresaria en el distrito de Ate
"¡Yo soñaba con tener una tiendita!"
Tiene 26 años y ya le devolvió a su padre el dinero con que abrió su pastelería. Por esos días sus padres estaban pensando en invertir en la compra de un departamento pero decidieron apostar por Alejandra. Le entregaron el dinero, con los que ella construyó su planta de producción en Mayorazgo.
Su madre cuenta que no habló hasta los dos años pero que se las ingeniaba para llamar su atención con señas cuando una carretilla de helados D’onofrio se le presentaba a la vista. Y es que la chef Alejandra Cendra, de 26 años, siempre sintió debilidad por los dulces, en especial los de chocolate, razón por la cual a nadie de su familia le extrañó que una de sus primeras palabras haya sido ¡Mousse!, ¡Mousse!, en referencia al dulce de chocolate que preparaba su abuela Consuelo Sarda. El tiempo pasó, los papeles se invirtieron y hoy es la nieta quien hace deliciosos cheesecakes, tres leches y tortas, entre otros dulces, en ‘Alejandra y Punto’, su pastelería.
¿De niña te atraía la cocina?
Cuando tenía cuatro años vivíamos en un departamento y abajo vivía mi abuelita, y cuando escuchaba el motor de la batidora volaba para verla. Ella prepara dulces riquísimos como mousse y torta de chocolate. Me quedaba horas viéndola y recuerdo que me comía la masa cruda de las espátulas.
Entonces tu abuelita fue tu maestra…
Claro, recuerdo que ella tenía un libro antiquísimo que se llamaba ‘Doña Petrona’, de donde sacaba las recetas, y también un cuadernito amarillo viejísimo donde anotaba las que iba descubriendo. Ahora ella me ha pasado ese cuadernito.
¿A qué edad preparaste tu primer postre?
Como a los catorce. Era una torta de chocolate, pero me salió tan plana que mi mamá me dijo: “pásame la otra mitad”. Recuerdo que esperaba frente al horno a que la masa creciera y nada… No tuve buenas críticas.
Alejandra no veía la repostería como una profesión, por eso ingresó a estudiar hotelería hasta que por azares del destino fue asignada a practicar en el área de pastelería de un hotel miraflorino. Ahí se dio cuenta que le encantaba preparar dulces y que además tenía buena mano, así que se decidió por la repostería.
¿Y cómo surge la idea del negocio?
Tenía 21 años, con quince soles me fui a comprar los ingredientes y preparé un cheesecake de maracuyá. Como a todos en mi familia les gustó, mi abuelita me dijo que lo llevara a una heladería cerca de mi casa. Fui y hablé con el dueño, quien me dijo: “deja un par de porciones y si salen, bien”. Recuerdo que, bien canchera, le dije: “si salen bien y si no también”. Felizmente, a los dos días me llamó y me pidió ¡un molde entero!
Por esos días sus padres estaban pensando en invertir en la compra de un departamento pero decidieron apostar por Alejandra, le entregaron el dinero con los que ella construyó una planta en Mayorazgo, desde la cual abasteció de postres por dos años a Starbucks.
Luego vinieron los premios…
En el 2004 me llamaron de la FEPAN (Feria Especializada de Panadería, Pastelería y Chocolatería) que organiza el SENATI y participé con mi cheesecake peruano, un bizcochito de quinua con lúcuma, saúco y aguaymanto, con el que obtuve el primer puesto a nivel nacional. ¡No lo podía creer! A raíz de mi participación se creó la categoría de pastelería novoandina. Al año siguiente gané la ‘Quinua de Plata’ en ‘Le Cordon Bleu’ con mi Tres Regiones, que lleva mousse de quinua por la sierra, camote por la costa y aguaje por la selva. También gané la medalla de oro en el Museo de la Nación por una creación de mamey con kiwicha.
¿Y cuál es el secreto?
Siempre pruebo mis recetas en crudo, si están buenas en crudo van a salir bien en el horneado final.
Siendo tan joven eres proveedora de empresas de primer nivel. ¿Cómo manejas el éxito?
Para mí el éxito es producto de la constancia: trabajo mínimo 12 horas al día. Además, me considero una persona sencilla y cuando voy por la calle y la gente me detiene para pedirme recetas se las doy, no soy egoísta.
Alejandra recuerda que mientras sus amigas salían a bailar o se iban de campamento ella se quedaba en su cocina preparando los postres que tenía que entregar. Pero la repostería es su pasión y no se lamenta haber invertido su tiempo en ella.
Tienes 26 años y ya has alcanzado todo esto. ¿Qué va a ser de tu empresa -de Alejandra y Punto- cuando tengas 30?
La idea es poner más puntos de venta. Igual a este: chiquititos. No queremos ser como San Antonio -enormes-, sino poner pequeños puntos de venta en varios distritos, en provincias como el Cusco, para que poco a poco la gente vaya conociendo nuestro producto; es que -de verdad- es muy bueno, y nos gusta aplicar las frutas peruanas en nuestros postres.
O sea que pronto el Perú entero va a saber de ti.
Sí, poco a poco ya nos estamos haciendo conocidos. Vienen y nos preguntan: ¿Tiene pastelería novoandina? ¿Tiene ese cheese cake de mamey que he visto en la televisión? Tuve la oportunidad de estar en un programa de Gastón Acurio, hice un cheese cake de zapallo macre. ¡A mí me encanta crear! Ese es mi objetivo. Por eso me liberé de la parte administrativa y me estoy dedicando ahora por completo a la producción.
Los que deseen degustar las exquisiteses de la pastelería novoandina pueden hacerlo en Avenida Huarochiri 1107 Urb. Mayorazgo Ate.